Ya es casi invierno. Suena la alarma de mi móvil unos minutos antes de las 8 am. Me despierto como todos los días para prender la portátil, ponerme los audifonos y así conectarme a la VPN (red privada virtual RPV, en inglés, Virtual Private Network) de la empresa. Algunos compañeros ya están conectados a la habitual sala de microsoft teams que tenemos para nuestro daily meeting (todos los días, a la misma hora, el equipo de trabajo se reúne para actualizar a todos sobre la información vital para la coordinación), retrospectivas y algunos incidentes urgentes. Es curioso que a pesar de no conocernos personalmente y estar separados por algunas decenas de kilómetros a lo largo de la península ibérica, podamos antes de abordar los menesteres del trabajo, hablar de algún que otro acontecimiento actual, de nuestra salud e incluso a veces bromear un poco.
Aún más curioso es el hecho de que nadie hubiese podido imaginar una realidad así, un año y medio atrás, antes del tan famoso COVID-19, antes de que las clases se vieran suspendidas abruptamente para escolares y universitarios.
En la mayoría de los casos las universidades no estaban preparadas para clases en formato virtual. Otras un poco más adelantadas ya ofrecían cursos en línea sobre un modesto pero funcional moodle (gestión de aprendizaje en línea). Otras plataformas no estaban preparadas para soportar a muchos alumnos conectados simultáneamente y tuvieron que adquirir herramientas como blackboard (serie de aplicaciones de aprendizaje en línea).
Sin duda alguna, la transformación digital no ha sido impulsada para reducir la huella de carbono en nuestro mundo, ni para reducir el uso de papel o aducir a ello la reducción de tiempo y dinero. ¡Claro que no! La verdadera razón de la transformación digital actual se llama pandemia, una pandemia que así como ha traído desgracias, quiebras y muerte para muchas personas, también ha creado oportunidades para otras que no han visto reducida su carga laboral sino por el contrario han aumentado exponencialmente. Y es que las actividades humanas no se han podido apagar en su totalidad, el dropshipping (triangulación de envíos), los canales de venta por redes sociales, los aplicativos de delivery de todo tipo de cosas en plataformas de todos los tamaños y orígenes se han visto en auge.
Así mismo el poder difundir los productos que se ofrecen, se ha visto cada vez más requerido: el lograr que tu sitio web salga en las primeras ubicaciones cuando alguien busca acerca de tu rubro es cada vez más esencial y la puja por obtener más ventas sobre redes sociales incrementando tu ranking, inclusive si es artificialmente. Se han cambiado los terminales de punto de venta físicos por los terminales de punto de venta virtuales: paypal, bizum, stripe y en los más innovadores hasta criptomonedas.
Sin duda alguna ante el incremento de solicitudes de red hacia todas estas plataformas se hace necesario que la red sea más rápida y aquí en este punto llega el 5g que da una gran oportunidad de progreso, además de soportar todo ese tráfico y mantenernos interconectados.
Cabe recalcar que lo que estamos viviendo, sólo es el inicio de la cuarta revolución industrial. Inclusive ahora es posible imprimir tus propios modelos físicos multipropósito si tienes algún dispositivo de impresión 3D en casa. Los sistemas recomendadores de Amazon, Google Ads y Facebook Ads usan tu historial de búsqueda y algunos casos tus audios para mostrarte cosas que podrías necesitar como complemento a tus artículos ya pedidos.
La banca no está excluída de esta transformación digital. Actualmente, incluso se están cerrando las sucursales físicas siendo reemplazadas por inversiones en tecnología RPA (Robotics process automation), con la finalidad de mejorar los canales que no necesitan intervención humana: por ejemplo menús telefónicos receptores de audio y asistentes por redes sociales como chatbots (aplicaciones software que surgen en los años 60, y que simulan mantener una conversación con una persona al proveer respuestas automáticas, las cuales son previamente establecidas por un conjunto de expertos a entradas realizadas por el usuario) hacen que el mundo se acelere un poco más hacia la virtualización de todos los servicios.
El mismo proceso de imprimir dinero cuesta dinero, es por eso que ahora se dan algunos beneficios a los comercios cashless (que no aceptan efectivo sino solo dinero mediante tarjetas). En este punto debo acotar que de alguna manera no nos estamos dando cuenta de que nos estamos volviendo cada vez más egoístas, al no dejar canales disponibles para las personas mayores, que de alguna manera tienen dificultad para integrarse a toda esta ola tecnológica.
¡Te invito a que me sigas leyendo en mis próximos articulos!